En Icaño, un pueblo donde todos se conocen, nació la decisión simple y valiente de acompañar la vida desde su inicio. Belén Nazaret Icaño es hoy un espacio comunitario impulsado por la fe y la cercanía: voluntarias y voluntarios se reúnen cada sábado para rezar el rosario por los niños por nacer y para sostener con gestos concretos a las mamás y a las familias de los parajes vecinos.
Desde la oración y la eucaristía, la obra articula acciones prácticas: acompañamiento a mamás embarazadas, entrega de ropa y recursos para bebés y niños hasta los cinco años, visitas domiciliarias y la canalización de donaciones que la comunidad recibe en la parroquia. Ese trabajo nace de la experiencia de muchas mujeres del pueblo —madres y abuelas— que comparten saberes y ternura, formando una red que atiende necesidades concretas y restituye dignidad.
Belén Nazaret Icaño también es un lugar de horizonte: además del acompañamiento materno-infantil, impulsa espacios para que jóvenes puedan pensar su proyecto de vida, descubriendo su vocación personal —familiar, sacerdotal o religiosa— en diálogo con la fe. Así se teje una pastoral integral que mira a la persona en su proceso y no sólo a sus carencias.
“No es un camino solitario. Es un camino que se hace en comunidad, en oración y con mucha profundidad.” — palabras que resumen el espíritu de una casa que acompaña, escucha y abraza.
