Como todos los años, el Día de la Madre es una fecha que se celebra de manera especial en las distintas casas que integran el proyecto Belén Nazaret en el país. A través de actividades sencillas, se generan espacios que promueven el encuentro y la posibilidad de compartir distintos momentos en comunidad.
En esta ocasión, la casa de Belén Nazaret Salta organizó una jornada de encuentro que reunió a voluntarias, mamás y niños. Una celebración que contó con la compañía especial de la Virgen de Guadalupe, presidiendo un momento de oración. En otro extremo del país, en Ushuaia, la «Casa Belén» -como la llaman cariñosamente sus integrantes- se reunió en torno a la mesa para compartir una merienda y poner en común lo vivido por cada una en el último tiempo. Por su parte, el equipo de Belén Nazaret Córdoba también se hizo eco de esta fecha a través de una mateada.
Testimonios que animan la tarea cotidiana
En el programa «Bienaventurados» de Radio María Argentina, Carola y Adriana, coordinadoras de Belén Nazaret en Ushuaia, contaron cómo surgió y se vivió la celebración del Día de la Madre en la casa. Actualmente desde el voluntariado acompañan a cinco mamás de manera activa. Además, en la casa se ha compartido el camino con alrededor de 20 madres.
Samanta, una de las mamás asistentes, con motivo del Día de la Madre compartió algunas palabras sobre su llegada a la casa: «estoy en Casa Belén desde principio de mi embarazo. Hoy ya mi nene tiene 3 años y estoy muy agradecida por el acompañamiento que tuve siempre de las chicas, desde el principio de mi embarazo. Estoy muy agradecida con el apoyo que me están dando a mi y a mis hijos. Espero que pueda seguir porque realmente es de mucha ayuda para las madres que a veces nos sentimos solas económicamente y también solas sentimentalmente, para el acompañamiento en el crecimiento de los niños».
Otra de las mamás también se animó a poner en palabras su testimonio: «conocí Casa Belén en el peor momento, cuando estuve en una situación crítica. Ahí fue donde aparecieron Cristina y Claudia, fueron las primeras que conocí. Ellas dos me estuvieron apoyando hasta el último momento y hoy me siguen apoyando. Me gusta compartir con otras mamás los talleres que hay en la casa, poder conocernos y lo más lindo es que conocí a María, aprendí a orar, aprendí a pedir. Y aprendí que no estoy sola, que María siempre me acompaña».
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