Al modo de María, en el silencio y en la presencia constante, se llevan a cabo distintas obras para acompañar las realidades de muchos hermanos que suelen ser desplazados y marginados. A través de “La Casa de José” en Catamarca nos encontramos con un nuevo testimonio que revela la capacidad transformadora del amor y la perseverancia, que se multiplican y fortalecen en el trabajo en red.
“Todo lo vivido transformó las vidas de los integrantes de Hombre Nuevo Catamarca, aprendimos más de lo que dimos”, expresa Fernando Soberón al recordar la historia compartida junto a Andrés. Fue durante una tarde del año 2020 cuando, a partir de un llamado del párroco de la Iglesia Santa Rosa, acudieron al encuentro de un hermano que se encontraba en situación de calle, en una de las plazas de la ciudad.
En los primeros diálogos conocieron parte de la historia de Andrés, quien es uruguayo y desde hace 11 años vive en Argentina. Fruto de este primer encuentro acepta trasladarse, en compañía de su perra Diana, a La Casa de José, donde recibe lo necesario para vivir en la comodidad y dignidad de un hogar.
Con el paso de los días, el encuentro con Andrés también reveló la necesidad de acompañarlo en su proceso para dejar las adicciones. Desde ese momento comenzó un largo y transformador camino comunitario, donde tanto el equipo de voluntarios de Hombre Nuevo como los profesionales del Hospital de la ciudad se comprometieron en hacer posible su recuperación.
Las gracias llegaron en el momento indicado. Luego del transcurso de un año de muchos desafíos y aprendizajes para quienes asistieron a Andrés, logró ingresar a la Comunidad Cenáculo “Nuestra Señora de Luján”, ubicada en Pilar (Buenos Aires), dedicada a ayudar a jóvenes que deciden recuperarse de las adicciones.
Con alegría, Fernando comparte las noticias que se tejen en la nueva historia de Andrés: transita su tercer mes en la comunidad, trabajando con paciencia para abandonar todo aquello que durante años no le permitió encontrarse con el regalo y los dones de su vida.
Ruego a Dios que se recupere, porque es un hermano muy valioso para la recuperación de otros. Porque en él vi a Cristo abandonado, harapiento, borracho y con falta de amor. Ahora ha sido instrumento para transformar nuestras vidas”.