Con ocasión de la toma de posesión del Padre Javier Soteras como párroco de la Iglesia Catedral de Córdoba, muchos voluntarios de la Obra de María se congregaron en la ciudad para acompañar y celebrar en comunidad este momento.
En ese marco se dio la posibilidad de compartir un encuentro junto a algunos de los voluntarios de diferentes lugares del país. Ellos se identifican en una misma misión como integrantes de Hombre Nuevo y esta reunión fue la primera ocasión para conocerse personalmente, luego de muchos encuentros virtuales.
Días posteriores a la reunión, invitamos a algunos de ellos a poner en palabras lo vivido junto a sus hermanos del voluntariado.
Para Raquel, coordinadora del Merendero «Hogar Benefactora» de San Pedro, Buenos Aires, fue una gran emoción y alegría la oportunidad de conocer a sus compañeros. «Volví a mi pueblo llena de luz, de proyectos e ideas para seguir trabajando en el proyecto de la Madre», expresó y sobre sus compañeros en el voluntariado agregó: «parecía que los conocía de toda la vida. Me sentí entre ellos como con mis hermanos. A los hermanos, con quien crecimos juntos, los conocemos de toda la vida. Así me sentí entre ellos a pesar de que los estaba viendo por primera vez«.
Nelly, también integrante de la Red de Merenderos, desde Balnearia (Córdoba) compartió un sentir similar. Para ella fue el encuentro de la familia: «nos habíamos conocido a través de los encuentros virtuales pero faltaba ese abrazo, ese estar en familia. (…) En lo personal he sacado muchas cosas, son como lucecitas que se van prendiendo. Fue un momento de mucho aprendizaje y también fue el momento de la alegría, del compartir fraterno, del abrazo, de la risa, de la carcajada libre. Fue el momento del Señor y la Madre que nos bendecía y cobijaba».
Desde otro punto del país, Patricia y Rolo de La Rioja, coordinadores del proyecto Belén Nazaret, también expresaron que el encuentro con hermanos voluntarios de otras obras los hizo sentir en familia. «Nos sentimos con más entusiasmo y ánimo para salir en misión, abrazando y acogiendo el camino que el Señor nos traza día a día. Y también fue dejarnos sorprender, como María camina con nosotros, siendo presencia viva en el cuidado, en la ternura, en el abrazo, ya que es lo que hemos recibido al compartir momentos de nuestra vida. Nos sentimos agradecidos, son momentos de alegría en la fidelidad del corazón junto a otros».
Norma, coordinadora del voluntariado Alabado Seas en Orán, Salta también resumió lo vivido. «Somos una gran familia que se reencontró en la casa de la madre, alrededor de la mesa para mirarnos y para poder escuchar lo que trae cada uno en su corazón, tratando de poner en palabras las experiencias de caminar junto a los hermanos. Y en ese hablar y escuchar dimos lugar a las emociones entre risas y lágrimas, que brotaron de lo más profundo. Me alegró reconocer las cosas comunes que vivimos en nuestro servicio, dificultades, logros, generación de recursos, desafíos, frustraciones, búsqueda de nuevos caminos, y sobre todo nos encontramos en el Cenáculo, que es la fuerza que nos acerca al sufrimiento o necesidad de cada hermano… y en un momento me sentí abrazada por María. Quedé con la certeza que los voluntarios vamos al encuentro del hermano y sin darnos cuenta abrazamos toda su vida, así como ellos reciben la nuestra».
Finalmente, el equipo de Belén Nazaret Córdoba también compartió su experiencia de lo vivido: «Después de un sábado lleno de gracias y cargado de emociones, acompañando al Padre Javier como nuevo párroco de la Catedral, le siguió un desayuno de domingo compartido con él y los voluntarios provenientes de La Rioja, Salta, San Pedro y Córdoba. Fue la frutilla del postre: charlar, intercambiar pareceres, nuestros sueños de cumplir la misión que Dios nos propone con sencillez, sintiéndonos hermanos y felices. Fue un regalo de Dios, un plus de gracia para un fin de semana inolvidable. Cuantas enseñanzas recibidas, cuantas lágrimas agradecidas, desde el corazón abierto que narra el andar de cada uno. Pasos gigantes dados con tanta humildad y amor para aquellos hermanos que lo necesitan(…) Un maravilloso desayuno, un finde indescriptible que amplió nuestra mirada, ensanchó nuestros corazones y redobló nuestras fuerzas. Gracias a todos y cada uno en nombre del equipo de Belén Nazaret Córdoba, pero, sobre todo, gracias a Jesús y María por permitirnos ser parte«.
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