Estas semanas fuimos testigos de una hermosa despedida, cargada de ternura y amor.
Zenón llegó al Buen Samaritano en Marzo del 2019, mientras se hacía la mudanza del Hogar al actual predio, ubicado en Coronel Olmedo. “Vengo a quedarme acá para que me cuiden” dijo mientras apoyaba una bolsa con sus cosas. Al día siguiente volvió con otra bolsa y ya dispuesto a vivir en su nueva casa.
El Hogar no es solo un techo, comida y un lugar de seguridad sino que también es un espacio donde se curan heridas. Las de todos: las de los abuelos, sus caseros y también la de los voluntarios. Es el amor que se respira en la casa lo que genera el milagro. Un amor cotidiano, presencia misteriosa de Dios en medio nuestro, de nuestras historias y fragilidades.
Con la ayuda de los acompañantes y como parte de su proceso de sanación, Zenón retomó el año pasado el contacto con sus dos hijas. Hubo algunos acercamientos telefónicos y luego se concretó un encuentro en el hogar. Desde ambas partes surgió el deseo de retomar el vínculo y de comenzar una nueva historia familiar.
En abril de este año, tras un proceso y luego de recibir su segunda dosis de vacuna contra el Civid-19, Zenón se fue a vivir con una de sus hijas. Se despidió de sus compañeros con una sonrisa y con agradecimiento. ¡Buena vida Zenón, te queremos!
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¡Que hermoso Zenón!