Dentro de las historias de los distintos merenderos que integran la Red, nos encontramos con el testimonio de Raquel y la gran obra de amor que nació en su casa y dio lugar al “Hogar Benefactora”.
Raquel es de San Pedro, en la provincia de Buenos Aires. En diálogo con el Padre Javier Soteras recordó cómo fue el inicio del comedor en su casa: “El merendero nació sin haberlo planeado, como Dios hace las cosas a veces. Yo cursaba una enfermedad muy fea y en esos días de dolor y tristeza me encontré con los niños. Esto fue en el año 2008. Frente a mi domicilio hay un campito y siempre hay niños jugando. Ese día me crucé a charlar con ellos y a partir de ahí no nos separamos más”.
“Así fue naciendo el merendero. Primero les daba la leche en la calle. Después los trajimos a casa. Hasta que llegó un momento en el que le dábamos la leche y cocinábamos a 50 niños. A partir de ahí la comunidad se fue enterando y nos fue ayudando”.
Al llegar la pandemia los niños ya no podían asistir a su casa. Desde ese momento el servicio se transformó y amplió para acompañar no solo a los chicos sino también a sus familias. Así fue como, junto al equipo de voluntarios, comenzaron a entregarles el alimento todos los días, además de ropa y calzado.
Merendero que también es escuela
Con el correr del tiempo la tarea del Merendero se fue ampliando. Junto a la colaboración de la comunidad y el apoyo de la Municipalidad de San Pedro, Raquel fue dando respuesta a una de sus primeras preguntas: “¿cómo hago para enseñar costumbres, para educar?”.
Actualmente el Hogar Benefactora también cuenta con distintos espacios de aprendizaje y contención para las madres: una escuela primaria, talleres y clases de gimnasia. “Tratamos de mimarlas a ellas porque al mejorar las mamás, mejora la vida de los niños”, explicó Raquel.
Además, con su espíritu inquieto y solidario consiguió la colaboración del Hospital para que las familias tengan mayor acceso a los servicios de salud.