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«Desde ese día con Feli hicimos una amistad entrañable». Historias transformadoras que nos regala el voluntariado

Posted on 8 noviembre, 2022
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Desde hace muchos años Mirta es voluntaria de Los Peregrinos, la obra que acompaña a las personas que viven en situación de calle en la ciudad de Córdoba. En su camino conoció a Felipe. Él vivía en la calle y allí compartió muchos encuentros con los peregrinos que lo visitaban regularmente.

Hoy Felipe vive en el Hogar El Buen Samaritano. Su presencia y mirada profunda traen gran calidez y alegría a la casa. Para conocerlo mejor Mirta nos comparte un bello relato que recuerda los primeros encuentros con ‘Feli’ en la calle y los más recientes en el Hogar.

«Hace unos días visité el hogar “El Buen Samaritano”, al que había ido tantas veces y pude ver a mi amigo Felipe.

A Felipe lo conocí hace casi diez años en la Plaza de los Presidentes. Recuerdo bien haber ido con Carlos y Sofi, y recuerdo sobre todo que antes de llegar me advirtió Carlos que no podíamos acercarnos a otras personas en esa visita; solo a Felipe. ¿Por qué? pregunté… ‘porque no se da con nadie, es su forma de vivir, no hace amistad con las personas que como él viven en situación de calle’.

Era yo por entonces una “peregrina” sin experiencia a quien todo le sonaba raro (¡debía aprender mucho todavía!). Desde ese día con Feli -como cariñosamente lo llamo- ¡hicimos una amistad entrañable! Lo vi mudarse muchas veces, armar y desarmar sus muchas cajas, sus mantas, sus colchones… tarea nada fácil para un coleccionista de llaves, de cables, de pinzas, de radios y aparatos que encontrara por allí. Un juntador de cosas, cosas y cosas. Lo vi quedarse sin nada y a los dos o tres días tener otra vez una “casa” armada en alguna vereda, en una plaza, en un pórtico de edificio abandonado.  Cuando se perdía (porque a veces se nos perdía)  solo era cosa de recorrer el centro de la ciudad para buscar su carro, que siempre ataba a algún poste con cadenas bien fuertes y gruesos candados.

Así pasamos varios años de charlas, mates, alguna que otra picada montada en plena peatonal y varios intentos de quedarse a vivir en el hogar que siempre tenía para él las puertas abiertas.

Su alegría se mantenía intacta… siempre; ¡pero sus historias cambiaban semana a semana! ¡Cuántas cosas tenía siempre para contar! Puedo decir que además de un juntador de cosas era también un gran contador de aventuras que mezclaban la vida cotidiana -su vida- con mucho de fantasía. Aún así, sabiendo que las hazañas relatadas eran parte de su mundo imaginario; daba gusto siempre escucharlo.

Pero… los años en la calle, el frío, el calor, la lluvia, lo doloroso y triste de quien vive al amparo del cielo sin otro cobijo; fue dejando huellas en su salud y así Feli tuvo que ser hospitalizado por un tiempo para poder recuperarse. Tras esa internación aceptó vivir en el hogar. ¡Ojo! Puso condiciones, que con mucho de acierto fueron atendidas. Por eso hace cuatro años que vive en familia, en comunidad, dando pasitos para poder integrarse cada día…

De todos modos lo que quería contarles es que mi amigo Feli, no es en realidad Felipe. No sabemos cuándo ni por qué comenzó a usar ese nombre sin apellido, asi nomás… ¡y que nadie pregunte! Lo cierto es que un día en una vereda de esas dijo que quería jubilarse, que ya tenía edad de ser jubilado. ‘Entonces necesitás un documento’, le dijimos con Laura. Allí nomás y en un pedacito de papel de quiniela (porque olvidé contarles que era un asiduo jugador de quiniela comunitaria) escribió su nombre completo, su número de DNI y de cédula; para que le tramite su jubilación.

Fue enorme la sorpresa que tuve (tuvimos) de saber que Felipe no era Felipe sino “…” que por años nadie escuchó ese otro nombre, ni él mismo quizá y que ese secreto que nos develaba teníamos que guardar cuidadosamente por orden suya (cosa que hicimos). Feli se jubiló…fue a vivir al hogar y de a poquito y con algunos pudo ir recuperando su perdida identidad.

Hace unos días visité el Hogar, encontré a varios amigos de otros tiempos y a mi querido Feli que ahora, si le preguntás su nombre, te dice me llamo “…”.  ¡Qué sorpresa y qué alegría sentí que este hombre que vivió tantos años con nombre prestado puede decir hoy quien es y seguir siendo el mismo Felipe juntador de cosas, con la alegría intacta y la fantasía  de siempre!

? Para conocer más noticias y testimonios sobre la tarea de Los Peregrinos y el Hogar El Buen Samaritano hacé clic aquí.

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